Louis Ferrante, en una imagen reciente. | Foto: © Patrick Smith
"Cuando salí de la cárcel pensaba que el mundo empresarial legal iba a ser mejor que el de los bajos fondos, y me equivoqué. Cada vez que quería hacer algo me intentaban engañar". A Ferrante le falta tiempo para apuntar a la crisis de las hipotecas 'subprime': "En la mafia nunca prestábamos dinero a quien sabías que no podía devolverlo. No como los bancos, que dieron préstamos a gente que sabían que no podían pagar y ahora les están echando a la calle". Claro que, admite, si no pagabas a la mafia "posiblemente acabáramos poniéndonos violentos; pero si no dejas tu casa al no pagar la hipoteca también se ponen violentos", concluye.
Y de ese 'desengaño' nació el libro. La espina dorsal de 'Aprenda de la mafia' descansa sobre el "sentido común" y la "honorabilidad" de la Cosa Nostra. "La mafia tiene un código ético, perverso, pero en el que siempre sabes a qué atenerte y donde la palabra es ley". Así que, violencia aparte, Ferrante afirma que "aunque resulte chocante, la mafia puede ser un modelo de ética empresarial".
Él, desde luego, ha encontrado su nicho. ¿Quién le iba a decir, en los tiempos en los que él y sus chicos se dedicaban a robar camiones y blindados, que iba a acabar siendo escritor, emparejado con una bibliotecaria y contrario a la pena capital?
Ferrante, durante su estancia en la cárcel.
Ver la luz en el 'hoyo'
Empezó a reinventarse en la cárcel. "Un día, cuando estaba en el 'hoyo' –la celda de aislamiento-, un guarda me llamó 'animal', y eso me hizo reflexionar". Llamó a un colega de la mafia –el de los brazos tatuados con versículos- y le pidió que le mandara libros. Y así llegó el primer envío: una biografía de Napoleón, 'La guerra de las Galias', de Julio César, y 'Mi lucha', de Adolf Hitler. "Me dijo que le había descrito a la librera cómo era yo y que esto era lo que le había recomendado. ¿Y cómo me describiste? le pregunté; como un tío bajito y mandón, me dijo él", y Ferrante se ríe al más puro estilo italoamericano.Ahora no se relaciona con sus antiguos compañeros. "Vivo en Nueva York y todavía me tropiezo con mafiosos de los viejos tiempos de vez en cuando. Digo hola y adiós y poco más. Hasta el momento nadie se ha ofendido por el libro, que yo sepa". ¿Y cómo sale uno de la mafia? De esto también hace Ferrante una 'lección' empresarial, la número 58 de su libro. En primer lugar, explicándolo todo muy bien, dejando claro que él "no era una rata", un chivato, y cumpliendo íntegra su pena de prisión. En segundo lugar, y esto no lo cuenta en el libro, les dejó en herencia los cobros de los préstamos ilegales que todavía tenía 'circulantes', renunció a la parte del pastel que le correspondía.
Ya puestos, le pedimos que elija tres consejos esenciales que él reparte, como las lecciones de su libro.
- Para el jefe: "Ten cuidado con el 'hibris', que decían los griegos, cuando alguien se vuelve muy rico y poderoso y cree que ya no necesita el consejo de nadie y se vuelve arrogante".
- Para el empleado: "Cualquiera puede conseguir un trabajo si está dispuesto a trabajar a comisión. En la mafia siempre vas a comisión. En la vida real la mayoría quiere acomodarse y recibir una nómina fija todos los meses".
- Para los mandos medios: "Si quiere subir en la empresa, no sea llamativo ni haga ostentación. La gente te aguanta mientras ganes dinero, pero les caerás mal, y cuando las cosas no te vayan bien nadie va a estar ahí para apoyarte".
Y esto es sólo el principio, porque para él los paralelismos entre ambos mundos son evidentes: "La mafia hace negocios a diario. Si eliminas la violencia, el mafioso lo que intenta es ganar dinero cada día, buscar oportunidades de mercado". No sólo eso. En la mafia "todo gira en torno a las ideas. Alguien dice 'tengo una idea', y los demás le escuchan. En la mafia, siempre puedes llegar directamente hasta el jefe si tienes una buena idea que contarle. Eso debería hacerse en las empresas".
Otras lecciones, elegidas al azar, recogidas en su libro: no termine en el maletero de un coche: evite las intrigas de oficina; o, no pida limosna, cultive la agresividad; otra más, los tipos más duros son los más susceptibles: nunca avergüence a nadie en público; una última, pague sus impuestos a Hacienda: lo que hemos aprendido de Al Capone... y así hasta 88.
Aunque en persona -o, mejor dicho, al teléfono-, Ferrante no se queda ahí. Según él, el 'savoir faire' de la mafia le hubiera venido bien a más de un mandatario internacional. Para muestra, la guerra de Irak: "Si el presidente se hubiera leído mi libro se hubiera dado cuenta de que nos iba a empantanar durante diez años. Hubiera sido mejor enviar un asesino a sueldo, matar a Sadam desde la distancia, y se acabó el problema".
Puro negocio.
http://www.elmundo.es/elmundo/2012/02/17/economia/1329495435.html
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